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¿Qué diferencias hay entre probióticos y prebióticos?

viernes 11 de mayo, 2018

La principal diferencia entre ambos proviene de que unos contienen microorganismos vivos y los otros son un tipo especial de fibra alimentaria. Aunque se han popularizado los alimentos que los contienen, la evidencia científica aún es reducida en comparación con las expectativas creadas en los consumidores sobre sus posibles efectos positivos.

Según explica el doctor Gabriel Olveira, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Regional Universitario de Málaga, la Organización Mundial de la Salud define los probióticos como microorganismos vivos que administrados en cantidad adecuada producen  un efecto beneficioso en la salud del huésped.

Los prebióticos no son organismos vivos sino un tipo de fibra no digerible que tiene efectos beneficiosos sobre la salud al estimular el crecimiento de una clase específica de bacterias del colon.

TERAPIAS CON PROBIÓTICOS

El uso de probióticos en ensayos clínicos permite mantener una condiciones óptimas para que estos microorganismos que los componen conserven su vitalidad, para ello hay que mantener la cadena del frío si se trata, por ejemplo de lácteos fermentados,  o realizar un proceso de liofilización que permita almacenarlos y administrarlos de forma fiable en cápsulas o comprimidos o en las leches infantiles.

Olveira señala que existe consenso en que para el uso de todo probiótico se debe haber seleccionado una (o varias) cepas específicas y administrarse en una cantidad y en un momento determinados para que pueda tener el efecto deseado, condiciones que sólo pueden recrearse en estudios  clínicos o mediante la prescripción médica en situaciones concretas .

Los probióticos se han estudiado clínicamente en diferentes patologías  como por ejemplo para prevenir la diarrea derivada del uso de antibióticos por bacteris como la "clostridium difficile",  que son muy virulentas y más frecuentes en pacientes hospitalizados y mayores. 

TERAPIAS CON PREBIÓTICOS

 En el caso de los prebióticos, también han sido empleados por sus efectos beneficiosos en la disminución de la diarrea pero también del estreñimiento. Además, se estudian sus posibles efectos sobre el metabolismo en la prevención de patologías como la diabetes o la obesidad.

Una línea de investigación actual estudia la importancia de la flora microbiana del colon en la absorción de la energía y en la reducción de la inflamación que podría contribuir al desarrollo de la obesidad. Así, los prebióticos podrían formar parte del arsenal terapéutico en situaciones  en las que el metabolismo de la glucosa y la insulina estuviera alterado.

Al igual que sucede con los probióticos, la cantidad, la dosis y el momento en el que se emplean los prebióticos son aspectos clave para su buen funcionamiento. Lo que según Olveira es más importante, es que no se pueden  generalizar las bondades de todos los probióticos y prebióticos, en general, porque aunque puedan tener beneficios, se deben demostrar para cada situación clínica y para cada tipo de cepa (o cepas).

 "Tomar un yogur con fermentos lácticos un día no nos va a proteger de una posible diarrea. Existe cierto tipo de publicidad que puede resultar engañosa cuando no existen estudios científicos que respalden estos beneficios en determinados alimentos enriquecidos con probióticos o prebióticos" en muchas situaciones clínicas, aclara Olveira.

   El especialista señala que las nuevas normativas europeas obligan ya a la industria alimentaria a informar al consumidor sobre la existencia de estudios científicos que avalen los supuestos beneficios para la salud de los productos que comercializan y publicitan.

SEGURIDAD DE PROBIÓTICOS Y PREBIÓTICOS

 Aunque, en general los probióticos son seguros, el doctor Olveira cita el ejemplo de un ensayo clínico que se realizó con probióticos en pacientes con pancreatitis aguda grave en los que se proporcionaron estos microorganismos en dosis elevadas directamente en el intestino, con el objetivo de mejorar la evolución de los pacientes y, a diferencia de lo que se esperaba, los resultados mostraron una mayor mortalidad en quienes tomaron los probióticos en comparación con quienes no los tomaron.

   Por ello, "los probióticos pueden no ser recomendables para todo el mundo, en pacientes hospitalizados e inmunodeprimidos podrían dar lugar a infecciones por parte de estas bacterias por lo que deben ser empleados en ensayos clínicos de forma controlada".

   En este sentido, los prebióticos son más seguros dado que es un tipo especial de fibra y además no se necesitan tantas condiciones para su conservación, como en el caso de los probióticos, y son más fáciles de obtener.

   "Una dieta sana tiene que contener prebióticos, que están presentes en los vegetales, como en las cebollas, y legumbres como las lentejas. En el caso de los probióticos depende de la cultura gastronómica, en Alemania es común el chucrut y en España algunos encurtidos pueden contenerlos como aceitunas, pepinillos o berenjenas, en Asia los derivados de la soja fermentados también son de consumo común", explica Olveira.

Sin embargo, el especialista señala que aunque a nivel poblacional (epidemiológico) se conocen las posibles bondades de estos alimentos sobre la salud, generalmente no pueden ser considerados como  alimentos "probióticos"  desde el punto de vista del consenso científico, dado que no se han aislado las cepas de microorganismos correspondientes, ni se han  realizado estudios científicos controlados sobre su efecto en el organismo humano.